Soy un sujeto con suerte, porque Danitse es una de mis mejores amigas; y además, porque la escucho todos los fines de semana antes de salir al bar. Ella misma me acompañó a comprar su disco a Phantom de Larco Mar, y esa noche, recuerdo, me soportó la malacrianza de invitarle un café a una desconocida, y no a ella. 

Pero bueno, este post no es para que me lean, sino para que la escuchen.    

Jorge Regula

May 7, 2007

TMP 

Fue de improvisto cuando animé a un amigo a que me grabara un disco de música. Entonces me recomendó «Jorge Regula» de The Moldy Peaches, un grupo del cual solo me gustan un par de canciones. «What wet wrong», que me hace reír, y ésta que verán abajo extraída de «Saint YouTube».

A pesar de que la canción no es tan conocida como otras (el grupo en sí no lo es), entre los que la hemos escuchado nos ha gustado al grado de recomendarla, enviarla por MSN a otros contactos, conversar sobre ella cuando el contexto era el apropiado y etcétera y etcétera, hasta incluso, ahora yo, ponerla como post. En YouTube, también, admiradores (¿del grupo o de la canción?) han realizado videos «caseros» dándole cada uno una versión distinta, y el de abajo es una de ellas, porque ni siquiera tiene una versión oficial de The Moldy Peaches.

El éxito del tema, creo, se debe a la simpleza de la letra, a la armonía básica de acordes en la guitarra y a una voz que no tiene nada de extraordinaria. Juzguen por ustedes mismos.  

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Hoy intentaba recordar la música que había perdido con la vieja PC, por los abrumadores triunfos de cuanto virus existieron en mi humildísima Pentium 2. Ahora, me refiero a los últimos meses, busco música experimental, con el único afán de sorprenderme por la creatividad e ingenio de los músicos, sin alejar el oído demasiado, los que me conocen sabrán de esto, de Joaquín Sabina.

Portishead, Massive Atack, CocoRosie o The Postal Service son algunos de los grupos que han pasado a formar parte del ambiente místico/literario de mi habitación. Como me diagnosticaba una amiga acertadamente en una conversación: «A tí te importa más la forma (sonidos) que el fondo (letra).» Luego de esto, cogí el recetario para mi cura, lo hice un bollo de papel y lo encesté en el tacho.

Esta nueva música no me produce ninguna sensación particular que vaya más allá de la sorpresa y de mi egocentrismo creativo en decadencia. No me traen ningún rostro, ni el sabor de un café caliente. Ni siquiera un par de ojos, besos como reos contumaces o una mano repatriada a la mía.

Entonces regreso. Hoy intentaba recordar la música que había perdido con la vieja PC, por los abrumadores triunfos de cuanto virus existieron en mi humildísima Pentium 2. Entre ellas algunas canciones de Joan Manuel Serrat o Luis Eduardo Aute; Sgt. Pepper de los Beatles, Old habits die hard de Jagger, Otro jueves cobarde de Sabina con los Caballeros de la quema, entre otros; que sí me traían, y traen todavía, algunos sensatos recuerdos, ojalá, imborrables.

Sin embargo una que otra canción de Mikel Erentxun me traen los recuerdos más agradables vividos con una extranjera que conocí a los once años. La historia es bien sabida por mis amigos. Luego nos reencontramos por cortos plazos de tiempo, pero en este caso, la forma no me interesó tanto como el fondo. Las letras de Erentxun me traen recuerdos de aquellas épocas: imágenes, olores, formas de hablar, sabores de cafés, de pizzas, programas noventeros de televisión, texturas de viejos sillones de casa, despedidas improvisadas, puntuales tardanzas y tímidos reencuentros.

Aquella mujer, extranjera, pero nacionalizada por mí; escribiría en mi correo algo que nunca superaría ni los mejores escritores: Después de desaparecer decido regresar. Lima, tierra colonial de todos mis amores me ven nuevamente pisando su asfalto. Entre misterios y entusiasmos deseo descubrir caminos donde la contingencia encuentren casa y sentido. Me dirás qué opinas. 

Aquel día no respondí nada. Salí a pisar aquel asflalto al que se refería, pensando y fumando, sin desear llegar a ninguna parte sino hasta un segundo antes de que se me acabaran todas las respuestas que podría regresarle sin parecer muy entusiasmado ni demasiado indiferente. Aún quedaba en mí resquicias de orgullo. Pensé que todo el tiempo en que había desaparecido, casi diez años, había valido la pena no olvidarla. Le respondí algo parecido a esto: Dime cuándo llegas, para celebrarte todas las bienvenidas que nos faltaron.

Ella llegó y aquella historia es otra. A lo quería llegar era que soy de los que clasifican los momentos y las personas por canciones. El problema es que cuando sé que comenzaré hablando de «Ella», termino escribiendo con los tropismos que aún le pertenecen. Y caigo en el rosado abismo de lo cursi. Es por eso que el título del post lo puse antes de escribir todo esto, pues ya sabía cómo llegaría al punto final.

Las siguientes canciones me recuerdan a Ella (entre otras). Y, al propósito: son en estos post, que me dan ganas de agradecer a los lectores, por haberlo terminado de leer. Muchas gracias.

(Foto de arriba: Ella y su mano, con flores en París.)

 

 

Lo haré rápido. Resulta que los Rolling Stones se presentarán en concierto el 14 de julio en Belgrado, teniendo como escenario un hipódromo donde existen 300 caballos de carrera. La polémica generada por ORKA, una ONG serbia, es la siguiente: ¿Qué diablos se hacen con los caballos? ¿Se los retira del lugar? ¿Disfrutan del concierto? ¿Padecerán por estrés el resto de su cuadrúpeda vida debido a los ruidos y vibraciones? ¿A Mick Jagger le gustan los animales? ¿Keith Richards es pro-estrés ecuestre? Etcétera. Creo yo que los defensores de los animales siempre exageran.

Por otra parte, el concierto no se puede cambiar de lugar, las entradas ya están vendidas en un ochenta por ciento y los rockeros no quieren manchar su imagen.

¿La solución? A los caballos se les dará cedantes. Aún así los de la ONG no están contentos.

¿A alguien se le ocurre otra solución?