Uno tiende a menospreciar a los héroes cuando tienen vida para rato. Cosa tonta, como si tuvieran que morir para darles los homenajes. ¡Acaso fueran santos! En fin, cosas que pasan en Lima, Baramaputra y la Cochinchina. El héroe que no lo es, no lo es, porque falta nombrarlo, nada más. Y en este caso es bastante específico (digo, por el titular y la fotito exótica de arriba, y mal «photoshopeada», además). 

En una conversación que tenía con una de las mujeres con mayores títulos que conozco (amiga, ex jefa, madre, cocinera, periodista, guapa, deportista, escritora, etc.) hablábamos sobre el relazanmiento de la gastronomía peruana, detonada, sin duda, por uno de los mejores administradores/cheff/marketero que existen actualmente en el país: Gastón Acurio.

No recuerdo ahora cuántos son los restaurantes de los que es dueño junto con su esposa, pero creo que son cuatro, si no me equivoco. Una cebichería, una sanguchería, otro de comida internacional y un café, del que tiene dos locales. Además, claro, de haber promocionado la comida peruana como nunca antes por su programa de televisión, ha vendido la imagen de una «cocina nacional» al extranjero, y los frutos se dan a conocer casi mensualmente; si no es por una publicación culinaria galardonada en Europa, es porque de pronto en un canal español se habla del tacacho. Así es, de su selva su tacacho y su LPM -averigüen ustedes el significado-.

Sin embargo, yo no sé cuál es la parafernalia gubernamental/burócrata o si sea requisito indespensable que Gastón Acurio deba morir para que lo condecoren como héroe nacional o lo introduzcan a la «Legión de Honor» de peruanos destacados.

Entre tanta politiquería, dimes y diretes (tropismos políticos, les digo yo) y comisiones investigadoras de «quién se robo el rollo de papel higiénico del baño parlamental» en el Congreso -de hecho fue Mulder, que la para cagando-, podrían hacer una pausa -cortita nomás- para reventar los cohetes a quién verdaderamente se lo merece, y no a la sub-17, pues, que de tanto cohete se alucinan ahorita en año nuevo, se la pegan con Cubillas y las porristas del Boys pagan pato.

Así que tomen esto como una buena idea para congraciarse con el pueblo peruano, ahora que estamos tan entretenidos con el populismo en la Casa de Pizarro. Como si Alan García buceara en este Océano de Aburrimiento, de hecho tiene peores cosas que hacer. Pataditas, por ejemplo.

Al propósito, el buen Gastón, según me contaba mi multititulada amiga, está por abrir un restaurante de comida peruana en San Francisco, Estados Unidos.

¡Cusí cusá, ya no ya!